A QUE
¿A que llegar tan lejos para luego caer
como estrellas fugaces hechas como nosotros
de la “materia de los sueños?
Pecados de la “hubrys”, ponedle límites
A esta vacua cacería de la “nada” y
A amar solo el aroma de almizcle de tu carne,
Esfumado ya cuando se cierran los sueños
Y los puros ojos de las primeras albas.
Imposible saltar sobre la linea de nuestras
Propias sombras y el vértigo de la voluntad
En lucha contra el tiempo y su “fue”.
<>
Es suficiente ya: ¿A que llegar tan lejos?
¿Pues como medir la extensión del logos
Del corazón que tan sin límites nos arroja
Al vacío de la pasión mortal?
Vuelto estoy hacia la lumbre en duermevela.
Escucho voces en mis sueños
Y me se custodiado.
Hoy definitivamente solo sin el almizcle
Del recuerdo, camino sobre la linea de la sombra
Que soy, (Junger no entiende):
Ah corazón quebrado sobre el ras del horizonte de la tierra,
Lejos ya del delicado almizcle de tu cuerpo.
¿A que llegar tan lejos para luego caer
como estrellas fugaces hechas como nosotros
de la “materia de los sueños?
Pecados de la “hubrys”, ponedle límites
A esta vacua cacería de la “nada” y
A amar solo el aroma de almizcle de tu carne,
Esfumado ya cuando se cierran los sueños
Y los puros ojos de las primeras albas.
Imposible saltar sobre la linea de nuestras
Propias sombras y el vértigo de la voluntad
En lucha contra el tiempo y su “fue”.
<>
Es suficiente ya: ¿A que llegar tan lejos?
¿Pues como medir la extensión del logos
Del corazón que tan sin límites nos arroja
Al vacío de la pasión mortal?
Vuelto estoy hacia la lumbre en duermevela.
Escucho voces en mis sueños
Y me se custodiado.
Hoy definitivamente solo sin el almizcle
Del recuerdo, camino sobre la linea de la sombra
Que soy, (Junger no entiende):
Ah corazón quebrado sobre el ras del horizonte de la tierra,
Lejos ya del delicado almizcle de tu cuerpo.
*************
EL ABANDONO
a Graciela Maturo
El cuerpo me abandona lentamente.
Los ardores de fragua del verano.
El tortuoso invierno. La recelosa cobra
Del deseo oculta en madriguera.
Los colores minados por la ausencia
De la piel renovada en staccato de cada primavera.
El oro en las arenas y el sueño, el sueño
De quien entra a la presencia como a un bosque de
Símbolos donde no estabas tú. No es un arca mi cuerpo.
No es chalupa siquiera: siniestrado por las tormentas
Y huracanes, siempre en desiertos, ¿como podría
Salvar algo de lo queda en la memoria de aquel
Pajaro Azul que ayer cantaba en mis ventanas?
Ah, llévame contigo hacia el poniente donde nada
Se pone, traspone el horizonte, piérdete entre las nubes
Más lejanas, atisba entre las cifras donde tal vez
Los ángeles arrullen el silencio de Dios.
¿Volverás a la tierra? Tal vez el pino enhiesto en la colina
Te espere como el rayo y el amor que te abandona ahora
O que nuca tuviste encuentre asilo entre sus ramas
Cuando lo yermo cede y en tus ojos vuelve el lapacho
A florecer serenamente.
a Graciela Maturo
El cuerpo me abandona lentamente.
Los ardores de fragua del verano.
El tortuoso invierno. La recelosa cobra
Del deseo oculta en madriguera.
Los colores minados por la ausencia
De la piel renovada en staccato de cada primavera.
El oro en las arenas y el sueño, el sueño
De quien entra a la presencia como a un bosque de
Símbolos donde no estabas tú. No es un arca mi cuerpo.
No es chalupa siquiera: siniestrado por las tormentas
Y huracanes, siempre en desiertos, ¿como podría
Salvar algo de lo queda en la memoria de aquel
Pajaro Azul que ayer cantaba en mis ventanas?
Ah, llévame contigo hacia el poniente donde nada
Se pone, traspone el horizonte, piérdete entre las nubes
Más lejanas, atisba entre las cifras donde tal vez
Los ángeles arrullen el silencio de Dios.
¿Volverás a la tierra? Tal vez el pino enhiesto en la colina
Te espere como el rayo y el amor que te abandona ahora
O que nuca tuviste encuentre asilo entre sus ramas
Cuando lo yermo cede y en tus ojos vuelve el lapacho
A florecer serenamente.
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MISERIA
Tanta miseria venida de la penuria
de no sabernos frágiles mortales,
“tal estrellas fugaces que ignoran el
sentido del dolor, y tanta soledad que se fuga
de sí tras la anónima sombra de multitud vacía,
sin arcas en ningún desierto,
tanta violencia flamígera huída de lo inacabado,
“hubrys” de una voluntad que solo se sabe a si misma,
y tanta bastardía de quien es huérfano de si
en la escala de un verbo donde todo
se ha dicho ya : hombres pequeños
de parpadeos y saltos en medio
de un medido destierro y verdugo
de la condición de los aromas
y sus nombres, Ah vosotros, que carecéis
de nombres y de casas, y tanto destierro entre tinieblas
de encenizados soles, abandonados ya
a la extinción del fuego en la incuria del neón
y así nunca saber de donde venimos ni hacia donde vamos.
Autor: Oscar Portela