martes, 6 de septiembre de 2011

GRIS y otros poemas




GRIS
a Perla Sar


Abre tus manos y misericordiosa

recibe el gris de las cenizas de los sueños

convertidos en humo y da guarida a las

sombras que vienen desde Ítaca donde aún

se espera: nada más vacuo que la espera,

y la vida es espera sostenida en la nada

de soledad y espanto: abre tus manos,

urnas donde reposan fantasmas y agonías,

venenos y traiciones. No soy sino el gris

de las cenizas que el viento intenta

convertir en llama pero la sangre

de tus manos en mitad de la noche

y lo no consagrado por los deseos

del Olimpo, tomará de tus dedos

sangre y vida, agua de Castalia,

y tornarán cenizas a ser el simulacro

del amor y la daga que danza en

las venturas de Perseo.


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LOS OJOS

Me miras. Y desde ti me veo. Soy yo otra vez.
En el azul profundo de mar de tu mirada caben
Todos los cielos. Me miras. Estoy aquí. Soy un
Viento. Soy índigo. Solo para mi mismo esta fluyendo
Mi vida como un río mirado y visto.

Soy esta apuesta. Y te contemplo. ¿De lo contrario
Como me miraría yo en tus ojos?. ¡Helas!

No tienes tiempos. Y tiene el tiempo alas. El orden es.
Y responsable soy de ese llamado al que contesto
Sin misterio ninguno. Vuelvo a ser yo y espero.

Somos hijos de Adán. Somos su sombra y su retorno todo.

¿Que me lleva hacia ti sino el deseo? Sube desde tu boca
Astral un tiempo que se abre como dulce durazno
Y sangra mi alma en tu nostalgia pura
De otra patria lejana.

¿Que me dicen tus ojos,tu mirada? ¿De que secretos sellos
Demoníacos preservados por las semillas
De otras tierras me dictan éstos arrobos y estas danzas?

Tu frente el mar,el mar sobre esos ojos sin olas y sereno.

Y en cuadratura exacta la barbilla de lo que fuera fauno
Y es mortal ahora. Hijo de un ángel desamparado y triste.

Agrio sabor de un silbo vulnerado por la envidia de Apolo
Ya vencido por Marcias. Hay fuegos y lamentos en tus ojos.

El secreto sellado en una urna egea clama por ser colmado.

Y el eco de tu llamado vibra sobre tus puros pómulos.
Oratorio donde se deposita un beso.

Todo tu rostro es un llamado en sombras.

Y yo respondo con cánticos profanos. Solo tendrías que adelantar
La mano y el viento de ser en abundancia
Derramaría todo.

Me miras y devuelves a mí constantemente. A lo que fui
Y a lo que soy de nuevo.

Un mensajero solo. El servidor de un Dios ya desterrado
Que espera del mortal su guarida segura.


****************

FRESAS SALVAJES
a INGMAR BERGMAN


Antaño abril hablaba por boca del azul
más profundo, y era el deseo más hondo
aún que la memoria recogida en azules
y en parloteos de tordos que hablan
secretamente en solitarios senderos
del lenguaje. Pero ahora que huye el día
y las salvajes fresas pesan sobre los
nombres, y las sombras de lo que no
fue entregado y recibido enfrían el jardín,
ahora que los recuerdos yacen inertes como
sangre de potros que en un lejano
invierno ponían alas al deseo de ser, ahora
que soy interrogado por las sombras,
y la soledad no es sólo una hermosa
palabra, sino testimonio del canto
secretamente presentido en otros, y en la
imagen del aquél que dándose protege
y consuma lo sagrado en el hombre, ahora
que los años murmuran sabemos
que nada fue cumplido, y que toda
esperanza es una sombra que pasa,
la luz de un día que huye y el más denso
secreto que las salvajes fresas retienen junto
a sí. Cruel es el azul y frío de este abril
que presagia el nacimiento de los
sueños. Agrio el sabor de los años que
sostuvieron mi niñez, cuando la iniquidad
subía a la cabaña donde frutos maduros
aún sostienen la libertad, y el poeta
suicida sube también, en busca de la
estrella del sentimiento pensado que nos
revele el ángel del camino. Nubes
oscuras ascendían al cielo, y el invierno
que dura venía para quedarse sobre mi.

¡Hijo de quien soy, de que tarea,
de que vana confianza en la palabra y en la
sangre de la palabra que florecía sobre
un alba más rosada que los labios de Eros?

Pueden decirme el texto desbrozado,
los paisajes más cálidos, los afanes y trabajos
del mundo para que permanecer aún
junto a las fuentes, solitario, esperando la
consumación del día que huye y recordando
el olor de las fresas salvajes del jardín
de otros días?

Las imágenes ceden ante
la luz de invierno y el azul congelado
en el éter es un anuncio de la noche que viene.

¿Qué podrá sostenerme si lo no
revelado en la afanosa sangre no se hace uno
conmigo, si al donarnos la vida no nos crece
la muerte para hacernos uno con todo?

Preguntar es la plegaria del pensamiento.

Pero esperar sin preguntar, calladamente,
es la osadía de ser, cuando la noche cae sobre el mundo.


Oscar Portela

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