CANTO A MI MISMO
Me celebro y me canto a mi mismo cuando
la muerte me busca ya desde el pasado
para esparcir mis huesos hacia los broncos
vientos del futuro y entregado a mi Dios, oh Dionisos,
me celebre y le cante a los huesos y las cenizas que llevarán
las lluvias del estío hacia el dios Paraná que es nuestro río.
Nada rescataría el acto de haber nacido demasiado tarde para
los dioses y temprano para el “ser” que yo estoy siendo
esto que estoy soñando:
Estoy desnudo ahora. Desnudo soy solo cuerpo y carne.
Finitud y hambre de eternidad y celo eterno.
No otra cosa soy y no me moriré en Paris con aguacero
pues ya nada recuerdo y en esta ”nada” un sol se abre para
mí como amapola del cuerpo tuyo aquel al que yo
consagré la eternidad de todo devenir y todo tiempo,
que es solo fábula para que con mis carnes aun en primavera
consagradas y olvidadas del canto que a mis húmeros
que ya dispersa el viento por los grises caminos
que la vida lanzó como aurea estela, te saciaras el hambre
de dios y amante- que los rayos de luna- nunca jamás
tejidos por la araña de la repetición eterna, hacia aquel renacer
del áureo beso que hacen uno del otro al mísmo tiempo.
Todo permite entonces que a mi mismo me cante
y celebre al espectro que soy y al fuego
que aún arde en mis tobillos, al pabilo que alumbra
tus bellos genitales, oh dios que todo lo procreas,
aún la nada, la nada que ahora soy
y auque me cante y me solase en esta soledad ,
la séptima del día dejarás en mí vientre
tu semilla de luz y la simiente del verbo donde engendró
la nada deste amor tan estéril como la vida misma,
con que ahora corono mi camino y me canto mí mismo este poema
mientras grises cenizas y húmeros macizos
se dispersan en el finito cetro de tu reino.
Me celebro y me canto a mi mismo cuando
la muerte me busca ya desde el pasado
para esparcir mis huesos hacia los broncos
vientos del futuro y entregado a mi Dios, oh Dionisos,
me celebre y le cante a los huesos y las cenizas que llevarán
las lluvias del estío hacia el dios Paraná que es nuestro río.
Nada rescataría el acto de haber nacido demasiado tarde para
los dioses y temprano para el “ser” que yo estoy siendo
esto que estoy soñando:
Estoy desnudo ahora. Desnudo soy solo cuerpo y carne.
Finitud y hambre de eternidad y celo eterno.
No otra cosa soy y no me moriré en Paris con aguacero
pues ya nada recuerdo y en esta ”nada” un sol se abre para
mí como amapola del cuerpo tuyo aquel al que yo
consagré la eternidad de todo devenir y todo tiempo,
que es solo fábula para que con mis carnes aun en primavera
consagradas y olvidadas del canto que a mis húmeros
que ya dispersa el viento por los grises caminos
que la vida lanzó como aurea estela, te saciaras el hambre
de dios y amante- que los rayos de luna- nunca jamás
tejidos por la araña de la repetición eterna, hacia aquel renacer
del áureo beso que hacen uno del otro al mísmo tiempo.
Todo permite entonces que a mi mismo me cante
y celebre al espectro que soy y al fuego
que aún arde en mis tobillos, al pabilo que alumbra
tus bellos genitales, oh dios que todo lo procreas,
aún la nada, la nada que ahora soy
y auque me cante y me solase en esta soledad ,
la séptima del día dejarás en mí vientre
tu semilla de luz y la simiente del verbo donde engendró
la nada deste amor tan estéril como la vida misma,
con que ahora corono mi camino y me canto mí mismo este poema
mientras grises cenizas y húmeros macizos
se dispersan en el finito cetro de tu reino.
*************
¿DE QUE HABLAR PUES?
Y los altos abetos como altos amores.
El más lejano bosque de abedul
Donde se ocultan los más intensos astros
Y las raíces mas profundas enterradas
En los fanales más secretos y dulces.
¿De que hablar pues sino de nuestra
Finitud, del amor y la muerte?
De las hojas que caen en el Otoño,
De los Ocres que visten a la tierra
Y del cuerpo desnudo del mortal
- su desnudez magnifica de Adán-
Angel caído acechado por sombras
Y ominosas derivas.
¿De que hablar sino de aquellas
Que se avecinan y del Arca de Oro
Del amor a la tierra y las raíces ocultas
En el origen de la memoria y el lenguaje?
¿De que hablar pues? .
Y los altos abetos como altos amores.
El más lejano bosque de abedul
Donde se ocultan los más intensos astros
Y las raíces mas profundas enterradas
En los fanales más secretos y dulces.
¿De que hablar pues sino de nuestra
Finitud, del amor y la muerte?
De las hojas que caen en el Otoño,
De los Ocres que visten a la tierra
Y del cuerpo desnudo del mortal
- su desnudez magnifica de Adán-
Angel caído acechado por sombras
Y ominosas derivas.
¿De que hablar sino de aquellas
Que se avecinan y del Arca de Oro
Del amor a la tierra y las raíces ocultas
En el origen de la memoria y el lenguaje?
¿De que hablar pues? .
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SOLEDADES
Profunda soledad de las estrellas.
La luz peto de soledad
que ciega y aísla, hielo y desierto.
Y el tiempo muerto del grito del eclipse
cayendo como mortaja sobre el mundo.
Así estoy, grito sin eco, momificado
por la profunda soledad de las estrellas
y abriéndome a todas las galaxias, ya sin madre
ha que devolver el grito de soledad que me destroza
mientras espero disolverme en el último
límite de un corazón que late aún
y espera el grito del eclipse definitivo
del hielo y el desierto.
Profunda soledad de las estrellas.
La luz peto de soledad
que ciega y aísla, hielo y desierto.
Y el tiempo muerto del grito del eclipse
cayendo como mortaja sobre el mundo.
Así estoy, grito sin eco, momificado
por la profunda soledad de las estrellas
y abriéndome a todas las galaxias, ya sin madre
ha que devolver el grito de soledad que me destroza
mientras espero disolverme en el último
límite de un corazón que late aún
y espera el grito del eclipse definitivo
del hielo y el desierto.
Oscar Portela
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