martes, 6 de septiembre de 2011

CANTO A MÍ MISMO Y OTROS POEMAS




CANTO A MI MISMO


Me celebro y me canto a mi mismo cuando
la muerte me busca ya desde el pasado
para esparcir mis huesos hacia los broncos
vientos del futuro y entregado a mi Dios, oh Dionisos,
me celebre y le cante a los huesos y las cenizas que llevarán
las lluvias del estío hacia el dios Paraná que es nuestro río.

Nada rescataría el acto de haber nacido demasiado tarde para
los dioses y temprano para el “ser” que yo estoy siendo
esto que estoy soñando:

Estoy desnudo ahora. Desnudo soy solo cuerpo y carne.
Finitud y hambre de eternidad y celo eterno.

No otra cosa soy y no me moriré en Paris con aguacero
pues ya nada recuerdo y en esta ”nada” un sol se abre para
mí como amapola del cuerpo tuyo aquel al que yo
consagré la eternidad de todo devenir y todo tiempo,
que es solo fábula para que con mis carnes aun en primavera
consagradas y olvidadas del canto que a mis húmeros
que ya dispersa el viento por los grises caminos
que la vida lanzó como aurea estela, te saciaras el hambre
de dios y amante- que los rayos de luna- nunca jamás
tejidos por la araña de la repetición eterna, hacia aquel renacer
del áureo beso que hacen uno del otro al mísmo tiempo.

Todo permite entonces que a mi mismo me cante
y celebre al espectro que soy y al fuego
que aún arde en mis tobillos, al pabilo que alumbra
tus bellos genitales, oh dios que todo lo procreas,
aún la nada, la nada que ahora soy
y auque me cante y me solase en esta soledad ,
la séptima del día dejarás en mí vientre
tu semilla de luz y la simiente del verbo donde engendró
la nada deste amor tan estéril como la vida misma,
con que ahora corono mi camino y me canto mí mismo este poema
mientras grises cenizas y húmeros macizos
se dispersan en el finito cetro de tu reino.


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¿DE QUE HABLAR PUES?



Y los altos abetos como altos amores.

El más lejano bosque de abedul

Donde se ocultan los más intensos astros

Y las raíces mas profundas enterradas

En los fanales más secretos y dulces.

¿De que hablar pues sino de nuestra

Finitud, del amor y la muerte?

De las hojas que caen en el Otoño,

De los Ocres que visten a la tierra

Y del cuerpo desnudo del mortal

- su desnudez magnifica de Adán-

Angel caído acechado por sombras

Y ominosas derivas.

¿De que hablar sino de aquellas

Que se avecinan y del Arca de Oro

Del amor a la tierra y las raíces ocultas

En el origen de la memoria y el lenguaje?

¿De que hablar pues? .


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SOLEDADES

Profunda soledad de las estrellas.

La luz peto de soledad
que ciega y aísla, hielo y desierto.

Y el tiempo muerto del grito del eclipse
cayendo como mortaja sobre el mundo.

Así estoy, grito sin eco, momificado
por la profunda soledad de las estrellas
y abriéndome a todas las galaxias, ya sin madre
ha que devolver el grito de soledad que me destroza
mientras espero disolverme en el último
límite de un corazón que late aún
y espera el grito del eclipse definitivo
del hielo y el desierto.

Oscar Portela

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